Salud emocional en los niños

Salud emocional en los niños

Ayudar a nuestros hijos a tener una buena salud emocional tendría que ser una de nuestras prioridades. Para ello es importante tomar en cuenta que nuestra parte instintiva, más marcada en el niño, va entre el amor y la agresividad, por lo cual es mejor no pretender someterlo o ahogarlo.  Esto va para todos nosotros: no olvidemos que es mucho mejor expresar nuestros sentimientos antes que ocultarlos, aunque estos sean negativos como el rencor, los celos, la ira, etc.

El hogar debe ser para el niño un lugar donde encuentra aceptación, especialmente a emociones que no conoce y saber que se le permite sentirlas y expresarlas con palabras aunque estas emociones sean las más difíciles.  Importante sería decirles aquí se te permite sentir y expresarlo con palabras.  Por ejemplo si ha tenido una vivencia agresiva en la escuela o el colegio que la exprese, que la cuente; preguntarle qué sintió y si por acaso está pensando en revancha, hacerle saber que llevarla a la práctica no vale la pena porque habría consecuencias y talvez no deseadas. En definitiva, evitar la represión y no decirle que está mal sentir esas emociones.

Una de las primeras cosas que debemos enseñar a nuestros hijos es que no están en un mundo aislado ni tampoco son el centro del universo, que vivimos en una sociedad en la cual hay que tomar en cuenta al otro y sus necesidades sin descuidar las nuestras. Que también hay que poner límites y tener límites.

Es una prioridad hacerles comprender la importancia de valorar lo que tienen, que desear no es sinónimo de conseguir ya que en el mundo infantil desear una cosa es conseguirla: si quiero un juguete, lo tengo; si deseo unos patines, los consigo.  En el mundo real, el de los adultos, las reglas son diferentes y a veces el deseo no se hace realidad.  El niño deberá aprender a soportar las contrariedades, puesto que de adulto puede que todos sus sueños no se hagan realidad, así como también enseñarles a lidiar con la tolerancia, la frustración o decepción.  Si los padres los han acostumbrado a conseguir todo lo que desean, es probable que en la adolescencia aparezca la desmotivación y el esfuerzo sea mínimo en todo lo que hacen.

Es sabido que toda energía negativa se puede canalizar hacia metas más sanas y constructivas.  El arte, el deporte, la cultura pueden sublimar los instintos más negativos como el odio, la agresividad, la envidia, etc. así que incentivarles esa transmutación es parte importante del crecimiento del niño.  Enfatizarles que lo malo no es sentir, lo malo es usar las emociones negativas contra los otros.

Al favorecer la Autoestima desde niños, o sea potenciar la valoración del niño apoyándonos en sus propias capacidades (honradez, solidaridad, generosidad, etc.) y no en lo que posee o por sus resultados (las buenas notas) dará valor a lo que verdaderamente tiene, el Ser. En resumen, como he dicho en varias ocasiones, amarlos por lo que son, no por lo que hacen.

Hacer prevalecer el Ser sobre el tener para que de adultos puedan disfrutar de forma correcta de su tener (riqueza y posesiones, etc.) de esta forma habrán conseguido unir los términos de la disyuntiva Ser-teniendo.

Lo más importante no es la fachada, sino lo que está dentro.  Esforzarnos por ir robusteciendo en los más jóvenes los valores, lo que son, no lo que tienen, es nuestra responsabilidad.  Así los valores de la solidaridad, el compromiso, la honradez  y la tolerancia por ejemplo, estarán por encima de poseer un carro último modelo o comprarse unos zapatos caros o de marca. Enseñarles que lo primero es lo esencial, lo segundo es lo accidental.

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