Tomado del Libro “El lenguaje del adiós”, de Melody Beattie
Ríndete al momento. Remóntate sobre él, por todo lo que esto vale la pena. Lánzate sobre él.
Deja de resistirte.
Gran parte de nuestra angustia se crea cuando nos estamos resistiendo. Es posible sentir gran alivio, consuelo y cambio cuando aceptamos, cuando simplemente aceptamos.
Perdemos nuestro tiempo, desperdiciamos nuestra energía y hacemos más difíciles las cosas al resistir, reprimir y negar. El reprimir nuestros pensamientos no hará que éstos desaparezcan. Reprimir un pensamiento ya formado no nos hará una persona mejor. Piénsalo. Deja que se haga realidad. Luego, libérate de él. Un pensamiento no es para siempre. Si no nos gusta, podemos pensar otro o cambiarlo. Pero para hacerlo, debemos aceptar el primer pensamiento y liberarnos de él.
La resistencia y la represión no cambiarán nada. Nos pondrán en guerra con nuestros pensamientos.
Nos hacemos la vida más difícil al resistir y reprimir nuestros sentimientos. No importa cuán oscuro, cuán incómodos, cuán injustificados, cuán sorprendentes, cuán “inadecuados” consideremos que sean nuestros sentimientos, resistirnos y reprimirlos no nos librará de ellos. Hacerlo los empeorará. Se moverán en torbellino en nuestro interior, nos atormentarán, nos enfermarán, harán que nos duela el cuerpo, nos obligarán a hacer cosas compulsivas, nos mantendrán despiertos o nos pondrán a dormir.
En el análisis final, lo único que se nos pide hacer es aceptar nuestros sentimientos sintiéndolos y diciendo “Si esto es lo que siento”.
Los sentimientos son para el momento presente. Entre más rápido aceptemos un sentimiento, más pronto nos moveremos al siguiente.
Resistir o reprimir pensamientos y sentimientos no nos hará cambiar ni convertirnos en la persona que queremos ser o que pensamos que deberíamos ser. Nos pone en resistencia con la realidad. Nos hace reprimidos. A veces nos deprime.
Resistirnos a los eventos o a las circunstancias de nuestra vida no cambia las cosas, no importa qué tan indeseables puedan ser los eventos o las circunstancias.
La aceptación nos convierte en la persona que somos y que queremos ser. La aceptación les da poder a los eventos y a las circunstancias para que se conviertan en lo mejor.
¿Qué hacemos si estamos resistiéndonos en una guerra sin cuartel contra alguna realidad en nuestra vida? Aceptar nuestra resistencia puede ayudarnos, también, a superarla.
Aceptación no significa que estemos dando nuestra aprobación. No significa que nos sometamos a la voluntad y a los planes de otro. No significa compromiso. No es para siempre. Es para el momento presente. La aceptación no hace las cosas mas difíciles. Las hace más fáciles. La aceptación no significa que aceptemos el abuso o el mal trato; no significa que renunciemos a nosotros mismos, a nuestros limites, esperanzas, sueños, deseos o necesidades. Significa que aceptemos lo que es, para que sepamos qué hacer para cuidar de nosotros mismos y qué límites necesitamos fijar. Significa que aceptemos lo que es y quiénes somos en el momento presente, para que estemos libres de cambiar y de crecer.
La aceptación y el sometimiento nos llevan hacia adelante en este viaje. La fuerza no funciona.
La aceptación y el sometimiento, dos conceptos que lastiman más antes de practicarlos.
Hoy practicaré aceptarme a mí mismo y a mis circunstancias actuales. Empezaré a ver y a confiar en la magia que la aceptación puede traer a mi vida y a mi recuperación.
El desarrollo personal es un proyecto de vida, en el cual nos comprometemos con nosotros mismos a alcanzar la excelencia en todas las áreas para tener un equilibrio armónico que nos permita expresar a plenitud nuestro potencial como seres humanos y así vivir una vida llena de satisfacciones.
¡Una vida plena!
El Cuestionario de Oro te guiará a ello.