El origen de la dificultad para experimentar y expresar nuestra realidad con moderación.

El origen de la dificultad para experimentar y expresar nuestra realidad con moderación.

 

Creamos nuestra personalidad basados en la forma cómo actuamos, cómo pensamos y cómo sentimos ante las experiencias diarias que pasamos en nuestra vidas.

A veces esas experiencias son la de ver a nuestros padres o cuidadores principales en conductas codependientes moviéndose en extremos, o quizás tengamos que experimentar no ser oídos, o sentirnos invisibles en la familia; la influencia de ello en nuestro comportamiento es enorme.

Es sabido que los niños aprenden del ejemplo, así que si ven que sus cuidadores son inmoderados en materia de vestimenta, en actitudes respecto del cuerpo, en el modo como piensan y resuelven sus problemas, en la expresión de sus emociones y en su conducta, ese va a ser el modelo a seguir en unos casos, en otros, si no les gusta lo que hacen mamá y papá, optarán por la alternativa opuesta, pero en cualquiera de estos casos reaccionarán de manera extremista.

Así tenemos que si un codependiente creció en una familia que le pegaban por absolutamente todo, de adulto pensara que él o ella no va a hacer lo mismo con sus hijos, pero caerá en el extremismo de no reprenderlos en absolutamente nada!

Igualmente en algunas familias disfuncionales se ignora las necesidades de los niños que dependen de nuestro cuidado, dando como resultado que ellos se comporten en una manera extrema para llamar la atención.  Niños que no son escuchados, en su adultez se comportarán de forma exagerada pensando que solo así serán oídos y notados.

 

Cómo vemos en acción esta dificultad?

Como lo mencioné antes, encontraremos las conductas extremistas.

Podría darse el caso de que si se teme a la confrontación, el sentimiento es que no hay valía en la persona o pasando al otro extremo, creyéndose que es más fuerte que su interlocutor, gritará para afirmarlo. El secreto para no caer en los extremos es elevar nuestro nivel de consciencia, o sea, darnos cuenta de lo que tenemos que hacer es ser moderados, tener un equilibrio sin recurrir a estos extremos.

Las personas que se pasan al polo opuesto de una determinada conducta disfuncional, terminan invariablemente decepcionadas. Esto se debe a que el extremo opuesto de una conducta disfuncional es otra conducta disfuncional. La conducta funcional está más bien cerca del punto intermedio en los dos extremos.

Cuando comenzamos a experimenta recuperación y a actuar moderadamente, la sensación a veces es de que no se está haciendo las cosas bien, pero es solo una sensación no una verdad, lo que hay que tener en esos momentos es paciencia con nosotros mismos y saber que va a pasar, que todo es temporal en la vida.

Así que la próxima vez que nos encontremos actuando en uno de los dos extremos tratemos de notarlo y comencemos a corregir procedimientos, es nuestra prerrogativa.

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