Es posible que nos hayamos identificado con una o varias de las heridas de la infancia de las que hemos hablado en semanas anteriores.
Es posible que hayamos tenido confusión de sentimientos o quizá sentimientos encontrados que nos han hecho recordar nuestras propias heridas y re-vivir lo que en la niñez fue tan doloroso para nosotros. Si bien es cierto las heridas del pasado duelen y mucho, también es cierto que ahora ya no somos niños y es nuestra responsabilidad el trabajar en ellas, ahora tenemos la oportunidad de sanar esas heridas liberándonos de las creencias o paradigmas que han estado impidiendo nuestro crecimiento personal. Es tiempo de cambiar la perspectiva, de cambiar la forma de ver ciertos hechos para así cambiar nuestra realidad. No olvidemos que nuestras perspectivas nos dan la percepción de lo que pensamos, al percibirlo creemos en ello, al creer en ello nuestro comportamiento irá acorde con eso. Al comportarnos de cierta manera tenemos la experiencia que termina siendo nuestra realidad, así que ahora es tiempo de cambiar esa perspectiva, de ver las cosas que nos sucedieron en la niñez desde otro punto de vista. Es cierto que no podemos cambiar los hechos, no, de ninguna manera, pero si podemos cambiar la forma de verlos. Quizás el ser un poco comprensivos con quienes nos hirieron, sean quienes sean, nos llevará a tratar de entender mejor su comportamiento y con un poco de perdón en el corazón liberarnos del resentimiento que hemos mantenido por tanto tiempo, que a quien más daño ha hecho es a nosotros mismo. Es hora de no permitir que los pensamientos, opiniones o acciones de otras personas determinen nuestra realidad. Recordemos que lo que más nos duele no es lo que pasa, sino lo que nos decimos de lo que pasa.
Ustedes dirán pero cómo lo hago? Si bien es cierto no es un proceso de un día para otro, pero con la sola intención de querer hacerlo ya se ha logrado bastante, ya se ha puesto en marcha la gran tarea del cambio. Las situaciones, personas, circunstancias, etc. se comienzan a alinear a nuestro favor.
No tomemos como excusa lo que le pasó en la niñez, tomémoslo como proyecto de vida para que más tarde sea nuestro testimonio de que el test que nos puso la vida fue pasado con éxito.
Encontremos el sentido de la vida realizando un turismo interno para valorar nuestras fortalezas y trabajar en nuestras debilidades.
Para terminar, es nuestra decisión de ser la mejor versión de cada uno de nosotros día a día la que nos lleva a la excelencia. Se podría decir el compromiso con nosotros mismos a lograr esa excelencia con mejoramiento personal consistente.