El por qué de nuestras reacciones
Uno de los motivos es el rechazo
Podemos decir que cómo nos vieron nuestros cuidadores principales, sean nuestros padres, tíos, abuelos, etc. influye en la percepción que tenemos de nosotros mismos. Aprendemos a tratarnos como fuimos tratados en los primeros años de nuestra vida. Así, si un niño percibe que es rechazado o no deseado por alguno de sus progenitores u otro de los cuidadores influyentes, pensará que no es digno de ser querido y amado. Esto da como resultado una Autoestima muy baja, la que a su vez será la causa de miedo al fracaso y para ello buscará continuamente la aprobación de los demás. Para lograr esta aprobación tratará de complacer a quien más pueda, lo que lo(a) llevará a la codependencia, la cual trataremos en otra oportunidad.
Si un niño se ha sentido rechazado por uno de sus padres, es muy probable que tienda al aislamiento y adopte una actitud de huir, ya que la reacción básica de una persona que se siente rechazada es esa, huir. No enfrentar el dolor es mejor que sentirlo. Creará su mundo de acuerdo a su necesidad y este mundo imaginario lo distraerá de la realidad. Se sentirá más a gusto jugando solo e inventándose historias para huir de ella. Por lo general, aquellas personas que se sintieron rechazadas en su infancia tendrán pocos amigos en el colegio y les sucederá lo mismo en trabajos o familia. Se sienten más cómodas en soledad.
En la edad adulta, las personas huidizas tienden a no apegarse a las cosas materiales, ya que éstas les podrían atar impidiéndoles así huir en un momento dado. Asimismo, les cuesta mucho comprometerse afectivamente con otra persona por su tendencia a la huida y por su miedo inconsciente a volver a ser rechazadas. A menudo salen corriendo de una relación cuando alguien les ama porque se sienten asfixiadas. A causa del rechazo sufrido en la infancia, no se sienten merecedoras del amor, por lo que si alguien las ama, no creen que esto pueda ser así y pueden incluso llegar a sabotear la relación por esta creencia.
La personas huidizas al no ser materialistas, se sienten atraídas por el mundo espiritual y cultivan aficiones intelectuales, por ejemplo la lectura, la pintura, la música.
Las personas con la herida emocional del rechazo durante su infancia se infravaloran y descalifican a sí mismo hasta el punto de anularse completamente. Por otro lado para compensar su baja Autoestima, buscan a toda costa ser perfectas en todo lo que hacen para lograr el reconocimiento de los demás, especialmente de su familia, desde luego con su correspondiente frustración por no lograrlo. Su deseo de ser perfeccionistas esconde un gran temor a cometer algún error. De acuerdo a su pensamiento si se equivocan serán criticadas y juzgadas por ello, lo que significa ser rechazadas nuevamente. Para evitar corroborar su percepción persiguen la perfección ya que se creen muy imperfectas y confundirán el “Ser” con el “hacer”
Su tendencia al perfeccionismo es tan obsesiva, que por lo general las tareas le llevan demasiado tiempo, lo que las bloquea. Algunas veces su pánico a fallar o a equivocarse termina paralizándolas.
La herida emocional del rechazo es tan intensa y profunda que las personas que lo han sentido pueden acumular un gran rencor, sobre todo hacia sus progenitores, aunque no estén conscientes de ello para reconocerlo.
Vuelvo a enfatizar que el trabajo personal ayuda a elevar el nivel de consciencia y por ende a cambiar la percepción de sí mismo.